En un taxi

Suena el teléfono de mi casa 6:10 de la tarde, se oye al otro lado una voz temerosa que me dice que es el chofer del taxi que pedí (o que le mande a pedir a mi mama) que venia a recogerme para ir al aeropuerto.

-Mamaaaaa no tenía que venir 6:30 el carro? le reproche a mi madre porque odio que me apuren cuando viajo y porque no había hecho mis maletas

-Es que la tetuda de la telefonista me dijo que para que llegue 6:30 debería pedirlo a las 6 -replico ella con la ternura que la caracteriza.

Hice como pude la maleta y baje como alma que lleva el diablo, sin despedirme de cholito ni de mi mama, quien bajo tras de mí, me robo un beso cuando ya estaba yo sentado en el carro y miro al pobre chofer y le hizo saber un poco de mala gana que la descoordinación o el mal dato que le había dado la telefonista había presionado mi salida y que su servicio en buena cuenta era una caca.
El conductor me explico que las telefonistas hacen eso sin consultarle a los choferes y que esa escena era habitual, personas que se quejan porque el servicio llega antes de lo previsto.(en mi caso era la primera vez que sucedía siempre llegan tarde estos crápulas)
Aun cuando entendí que no era culpa de nadie, me sentí obligado a disculparme por los adjetivos que soltó la autora de mis días. Esta anécdota inicial, le hizo pensar al apacible conductor que yo quería ser presa de esas largas y tediosas charlas que se meten los taxistas y que yo odio, por lo que suelo recurrir a los audífonos del walkman (aun cuando no esté encendido) para con una seña hacerles saber que estoy oyendo música y listo, me evito la cháchara, pero en esta ocasión por la prisa que llevaba no baje mi walkman así que frito pescadito me sople la conversa de este señor.
La verdad, si les digo que le preste atención, les mentiría, solo balbuceaba, asentaba con la cabeza, o repetía la última frase que el decía, para que creyera o sintiera que lo oía, sin embargo en una parte de su relato algo llamo mi atención y empezó a contarme como el aun tenía contacto con un viejo amor,- cosa que en mi caso es complicadísimo de lograr- y peor aún me conto que en más de una ocasión dicha dama le propuso tener algo más que una amistad y revivir las viejas pasiones que alguna vez sintieron - aquí si mis orejitas se pusieron en posición de: firmes, descanso, atención y dije aquí la historia se pone buena, que venga la cochinada dije en mi mente - pero noo, puras patrañas, el tío me salió con el floro puritano que no fue ni a esa ni a todas las veces que la pendenciera esta lo cito, que no pudo, que lo deseaba lo quería, pero que sabia que no estaba bien, que no podía hacerle eso a su familia, a su esposa, con quien tiene como 25 años de casados, me empezó a hablar de sus hijos, de lo importante de tener una familia solida, y que eso no lo cambia por nada.
Pero que carajos le pasa a este tipo pensé, quien le ha dicho a este ganapán ,a este desdichado que por meterse una cana al aire seria menos bueno? que sus hijos serian menos felices? acaso uno no puede ser infiel un poquito no mas y seguir teniendo una familia decente? que acaso un infiel no puede criar hijos buenos y bien educados? (claro a menos que la familia se entere y ahi si se jodio todo)
En fin, mientras él hablaba yo seguía mirando en mi interior, tratando de hacer que concuerde una sola de las palabras que este señor decía, con la manera que yo tengo de pensar, al finalizar el viaje el seguía hablandome y me dijo algo que se me ha hecho complicado sacar de mi cabeza:
-Al final de día, joven, cuando llego en la mañana a mi casa, compro el desayuno, me siento a la mesa con mi mujer, no puedo estar más cansado, no puedo estar más seguro de la decisión que tome de no verme con mi ex enamorada, y no puedo ser más feliz.

Llegue al aeropuerto, el conductor bajo conmigo, abrió la maletera, saco mis cosas, me dio la mano, me sonrió, me deseo buen viaje y se fue.
Al subir al avión que me llevaría a Tarapoto, me quede pensando en esa charla, en sus palabras finales, en como subestime a esa persona, que a pesar de todo los problemas y su chamba, que debe ser jodida el era feliz, y sabia que yo tenía razón -al menos en parte- que en ese carrera de mi casa al aeropuerto, viajaba un desdichado pero evidentemente no era el conductor.